Somos conscientes de la importancia que supone para el cliente la solución amistosa de sus conflictos civiles, por afectar de un modo profundo a su vida personal. Echamos en falta una cultura de solución extrajudicial de conflictos en la que prime el sentido común, entendiendo que la solución judicial ha de ser residual, sólo cuando las posiciones de las partes son irreconciliables, máxime a la vista de la lamentable situación actual de masificación de la Justicia y de judicialización de los problemas.
Por tanto, pretendemos poner en práctica una suerte de derecho preventivo que dé respuesta y solución a los problemas que se puedan plantear en las distintas facetas de la vida civil de la persona (familia, relaciones de vecindad, servidumbres, propiedad, contratos -compraventa, arrendamiento, etc.-, sucesiones, etc.), a fin de evitar en la medida de lo posible tener que acudir a los tribunales a resolver conflictos solventables entre las partes, con el consiguiente ahorro en tiempo y dinero.
Intervenimos habitualmente en asuntos de familia en sus distintas modalidades (separaciones, divorcios, medidas provisionales y definitivas, y liquidación de sociedad de gananciales), con miras a dotar al cliente de unos resultados ágiles y ajustados a su situación personal, sin prescindir de un trato cercano y humano, tan necesario en cuestiones tan íntimas. También en numerosos expedientes de testamentaría y adjudicación de herencia, así como en numerosas materias (principalmente contratos) cuya enumeración aquí no es posible por su amplitud, tanto en vía notarial como jurisdiccional (voluntaria y contenciosa).
No obstante, nuestra formación procesal pone a disposición de nuestros clientes el más riguroso servicio jurídico en caso de que la vía amistosa no resulte posible y haya de requerirse la intervención de los tribunales. En tal caso, contarán con profesionales conocedores de todas las fases, incidentes y recursos a que el cliente haya de enfrentarse.